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EL
OCASO DE HYOGA
Piscis Evanto (Argentina)
Uno de los caballeros de bronce favoritos durante aquellos lejanos capítulos del Torneo Galáctico, logró una accidentada actuación en las Doce Casas y al final comenzó a apagarse lentamente durante las sagas de Asgard y Poseidón, para luego obtener un ligera reivindicación durante la etapa de Hades.
¿Qué
pasó con Hyoga de Cisne? ¿Fue verdadera intención
de Kurumada otorgarle ese opaco derrotero, o fue una necesidad de la historia
el sacrificio de su promisoria presentación en pro de sus compañeros?
Probablemente los fanáticos de
Hyoga no lo hayan percibido, o quizás no lo reconozcan abiertamente,
pero un balance regularmente objetivo de la historia nos indica que, del
grupo de los cinco caballeros de bronce, el guerrero siberiano acabó
ocupando un lugar con toda evidencia secundario entre los defensores de
Atenea.
Al comienzo de la serie, cuando
se hace la presentación de los santos de bronce, la performance
de Hyoga no podía ser mejor, su primera aparición fue impactante.
Cuando llegó al torneo intergaláctico parecía muy
superior al resto, se ganó la enemistad de todos dados sus aires
de superioridad y frialdad... muchos fans, aun hoy, preferían esa
faceta cool y de altanería de Hyoga, por la clase especial que
le daba, y era su saint favorito, porque después se volvió
un poco sensible y vulnerable.
El Caballero del Cisne entra en
escena como uno de los grandes, cuando todavía no se había
convertido en un clon de Pegaso sin personalidad propia. Kurumada
es insistente en mostrárnoslo como un joven frío, calculador,
ambicioso, seguro de sí mismo y, como si lo echara por los poros,
un caballero de mucho poder. En los primeros capítulos de la serie,
Hyoga mostraba un pedacito de las cualidades de cada uno de sus rivales/compañeros:
la autosuficiencia de Ikki, la inteligencia de Shiryu, el sentimiento
de Shun... en esos momentos no guardaba ninguna similitud especial con
Seiya. Gozaba de innatas capacidades para el combate y de un toque de
morbo que le daba un complejo de Edipo singular, para las fans tenía
algo por encima de todos los demás: era extremadamente guapo (y
siguió siéndolo, una de las pocas cualidades que no perdió).
Vamos, un verdadero efebo venido del frío, poseedor de unos penetrantes
ojazos azules que contrastaban con su morena tez y el atractivo desaliñado
de su cabellera rubia. El candidato ideal para atraer a las hordas de
admiradoras.
Las intervenciones de Hyoga en
esos primeros episodios nunca son ociosas, de todas ellas se desprende
una percepción aguda y pragmática, que lo muestran como
un caballero plus ultra, cuyas capacidades están más allá
de la media de sus camaradas. La aparición de Ikki, que cambiaría
el paisaje de los personajes de ahí en adelante, no lo anuló
en un comienzo, y durante el combate por la armadura de oro se ve a un
Hyoga todavía espléndido, implacable, que tiene sus metas
claras y que está dispuesto a combatir para lograr sus objetivos.
Calcula, persigue, ejecuta y, en algunos casos, desliza algunos matices
de liderazgo.
¿Qué pasó con aquel magnífico personaje, que todo lo arrostraba, que no se rendía ante nada y que irradiaba fortaleza a sus compañeros?
Hemos dicho que la aparición
de Fénix cambió la funcionalidad del elenco de personajes,
que nada sería desde entonces lo mismo, y el más afectado
por este coloso fue (aunque parezca extraño a muchos), justamente,
Hyoga de Cisne. Seiya es el típico protagonista, bonachón,
divertido, optimista, algo torpe a veces, pero tenaz e incapaz de rendirse;
Shiryu -condenado a convertirse en coprotagonista luego de su enfrentamiento
con Seiya- es reflexivo, templado, noble, disciplinado y la abnegación
encarnada; Shun es sentimiento, candor, inocencia, bondad y todo lo puro
del ser humano. Estos tres son totalmente diferenciables y cumplen su
“rol” dentro del equipo, pero al llegar a la caracterización
de Hyoga e Ikki, advertimos que ambos, por decirlo de alguna manera, “rivalizan”
en el papel que les toca. Esto se notó con mucha claridad en el
enfrentamiento que tuvieron ambos en la lucha por la armadura de Sagitario,
como también fue indiscutible a quién le perteneció
el triunfo. Fénix venció a Hyoga en astucia, frialdad, poder
y autosuficiencia (claro, era difícil encontrar un émulo
para Ikki dadas aquellas circunstancias). Desde aquel entonces el Cisne
quedó herido de muerte, tal como había sido presentado por
Kurumada, quien entendió que el papel del chico rebelde era unipersonal
y excluyente, y que por pleno derecho le correspondería a Ikki
de Fénix.
Observad
como, a parte de Seiya, todos los otros caballeros de bronce protagonistas
dan una imagen de seguridad y soberbia en sus primeras apariciones antes
de que descubramos sus debilidades, pasado y tormentos... Shiryu al principio
es vanidoso con sus técnicas, su armadura (sobretodo su gran escudo)
y su maestro, pero una vez que Seiya lo pone en su sitio y le salva la
vida, se vuelve el más generoso de los hombres con los demás...Shun
también, en una menor medida. No es que se sienta orgulloso de
usar su cadena nebular puesto que no le gusta pegarse. Pero contra Jabu,
se muestra bastante.... convincente como luchador. Por
supuesto, se puede decir que cualquier mangaka utiliza este método
para introducir un personaje importante y después lo desarrolla...
Pero
Hyoga es el personaje que aparece más evolucionado psíquicamente,
lo que implica que su magnífica soberbia se diluyó con el
tiempo. Hyoga fue, de entrada (para algunos fans aun lo es), el bronce
preferido de muchos.
La participación de Hyoga
durante la lucha contra los caballeros de plata fue muy opaca, lejana
de lo que había prometido ser. Seiya y Shiryu comenzarían
a ser ya figuras recurrentes e insoslayables. Desde entonces, Hyoga empezó
a ser despojado de aquella figura recia y llena de confianza en sí
misma, y pasaría a perpetuarse en la historia como un ser atormentado
por los sentimientos, desde la muerte de su madre hasta la lúgubre
predestinación de tener que acabar él mismo con los seres
más importantes que le quedaban en la vida (maestros y amigo).
Las Doce Casas, mal que bien,
sirvieron de alguna manera para arrancar el espíritu adolescente
que preñaba las actitudes de los primitivos caballeros de bronce.
Así, el Seiya que había entrenado con el fin de poder ver
a su hermana, cuando por fin cree tener la certidumbre de haberla encontrado
en Marin, la abandona en una escalinata, envenenada por las Rosas Diabólicas
y corre a salvar a Atenea, sabiendo del sacrificio de sus compañeros;
Shiryu, madurado ya con anterioridad, nunca duda en sacrificarse; Shun,
temeroso, dependiente de su hermano como si fuera el aire que se respira,
no solamente combatió solo contra Afrodita en una impresionante
victoria, sino que lo hizo aun a pesar de creer que su queridísimo
hermano se había hecho añicos al pelear contra Shaka de
Virgo; Ikki, que al ir a ayudar a Seiya en su cruento enfrentamiento contra
Saga pudo ver seguramente las agonías de un Shiryu precipitado
desde las alturas estratosféricas, de un Hyoga congelado hasta
los huesos y un Shun -su hermano, dicho sea de paso- desangrándose,
ni siquiera puso reparo en ello y prosiguió sin detenerse para
salvar a Atenea. Todos lograron un avance de maduración -aunque
Shun jamás abandonaría sus cuestionamientos existenciales-
pero Hyoga sigue revolviéndose continuamente en sus viejos traumas.
En
Géminis es derrotado, para pasarla peor después en Libra.
La lección de Camus era clara: Su mente, su alma y su espíritu
estaban muy lejos de donde debe tenerlos enfocados un caballero. Seiya
buscaba un reencuentro, Shun el suyo, Shiryu no está claro todavía
e Ikki buscaba la fuerza para poder sobrevivir. ¿Qué
buscaba Hyoga?. Sus objetivos estaban claramente puestos en el
pasado: el persistente recuerdo de su madre. Su declive se puede considerar
a partir de su humillación con su maestro en la Casa de Libra y
la "muerte definitiva" de su madre -quizás el golpe de
la pérdida de su madre se use como justificación escenarística
para su perdida de personalidad y seguridad-. Muchos incluso lo creyeron
muerto en la casa de la Balanza, y lloraron como niños en el momento
en que Camus lo encerró en el ataúd de hielo,
esperabamos ansiosos que sus amigos llegaran al templo de la balanza para
conocer su reacción, y cuando Shun lo resucita todos nos alegramos.
Fanart
de Carlos Alberto Lam Reyes (Perú)
¿Después
de las muertes de su madre, su (sus) maestros (s), su mejor amigo...?
uno se pregunta, ¿what's next? Kuru
estaba al límite de ideas para este personaje y lo hizo estancar,
o se repitió.
A su manera, Camus trató
de hacérselo entender, y aunque la batalla en Escorpio fue la primera
manifestación de que el rubio siberiano había empezado a
encontrar el camino, necesitó el santo dorado dar su vida para
que su discípulo entendiera que todo está más allá
de los propios sentimientos personales, siempre superables por un verdadero
caballero.
Hyoga
adquiere cierta madurez al salir del ataúd de hielo, su llegada
a la casa de Milo recuerda al Hyoga del principio, sobretodo cuando el
caballero de Escorpión intenta hipnotizarlo, y Hyoga no se ve afectado,
luego les dice a Shiryu y Seiya que deben levantarse y seguir su camino.
Muchos hemos adorado ese momento.
En Asgard no hubo para Hyoga nada
nuevo, ni tampoco en la saga de Poseidón, sino más del mismo
proceso de debilitamiento de su personalidad (abandona en parte la figura
de su madre y punza sobre la de Camus) y su gradual opacamiento, con el
consecuente ascenso de sus camaradas, que acabarían por lograr,
cada uno a su manera, su propia consagración. Hades, pues no mucho
que agregar. Hyoga se queda bloqueado completamente en su desarrollo.
En
la saga de Asgard habría podido tener un marco escenaristico super
dramático si Flare se hubiera muerto... su supervivencia quita
emotividad al combate con Hagen (para muchos el más aburrido de
todos...) y no gusta el hecho de que Hagen pueda sacrificar su amor en
favor de su causa. Para muchos la confrontación Hyoga/Hagen es
espléndida mientras tiene lugar en el exterior, pero dentro del
volcán no acaba de agradar. Un detalle completamente errado en
el combate contra Hagen, es que Hyoga no se da cuenta que es ÉL
quien alimenta los celos de Hagen, y no da muestra de remordimientos frente
a eso (su remordimiento aparece en forma de pena hacia Freiya). La idea
de base con la introducción de Freya es buena, pero no ha sido
correctamente desarrollada, también se debe a la falta de carisma
de este personaje femenino.
En
la saga de Poseidón, el personaje original está desnaturalizado,
se diluye mucho.
Queda
claro que en las sagas de Asgard y Poseidón, Hyoga perdió
enormemente su soberbia y seguridad, que en cambio adquirió Shiryu.
Pero ¿Tiene
alguna explicación este proceso de aguamiento, u obedece a causas
caprichosas, inaprensibles?
Desde un punto de vista, podría decirse que el Hyoga del Torneo Galáctico nunca fue el verdadero Hyoga, sino más bien un disfraz que vistió circunstancialmente, para enfrentar situaciones nuevas y desconocidas. Luego, cuando el peligro y la crisis se desencadenaron con toda su furia, dejó ver al ser sentimental e hipernostálgico, anclado en un mar de anhelos y añoranzas que jamás pudo abandonar del todo la adolescencia. Es lo que cree la mayoría, pero en mi opinión, la cuestión pasa por el hecho de que Kurumada nunca supo bien qué hacer con Hyoga. En Seiya, Shiryu, Shun e Ikki tenía cuatro figuras con sello propio, pero Hyoga le acabó resultando un híbrido que nunca acertó a ubicar más allá de sus propios dilemas personales.
Aquí está la gran paradoja de Hyoga de Cisne: Es el único caballero profundamente humano. Sus ambiciones, esperanzas y esfuerzos en una lucha constante contra el lastre de situaciones horrorosas (pensemos un poco: vio morir a su madre, mató a sus maestros-padres y a su amigo de la infancia, entre otros episodios desagradables) nunca le permitieron convertirse en los semi-dioses que fueron sus compañeros: Seiya, el adalid de la perseverancia; Shiryu, el sacrificio caminando; Shun, la bondad encarnada; e Ikki el coloso de la convicción.
Hyoga no es paradigma de nada más que su humanidad, su innegable y perpetua condición humana, sus temores, sus dudas, sus vacilaciones. Pero eso es a su vez lo que lo hace inmensamente grande: Su intensa relación con la realidad terrenal, su vida tan como la de cualquier mortal, lejos de la exoticidad de sus compañeros, le otorga el lugar de privilegio de aquellos que sin contar con grandes dotes, saben superarse día a día y poder luchar codo a codo con los extraordinarios.
Por eso, desde una postura realista, probablemente la luz de Hyoga pueda ser vista menos luminosa que la de las estrellas de sus compañeros, pero es, así y todo, bella, admirable e infinitamente grande, como si de una aurora boreal se tratara.
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Tauro Aldebarán
(España)
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